domingo, 20 de diciembre de 2009
Deportivo, 0; Valencia, 0
viernes, 18 de diciembre de 2009
Genoa, 1; Valencia, 2
domingo, 13 de diciembre de 2009
Valencia, 2; Real Madrid, 3
Ayer vi el partido sin un seguidor clandestino al lado. Y primero pensé que igual el seguidor clandestino lo teníamos en el banquillo, porque sólo así se explicaría que no se diera cuenta de que no se puede ganar un partido con un mediocentro defensivo haciendo de mediapunta, por mucho que los de arriba tengan dinamita en sus botas. En todo caso, a los seguidores no clandestinos que tenía al lado, esa apreciación táctica se la traía bien floja. El peor partido del Valencia en toda la temporada y ninguna reprobación a los absurdos monólogos de Banega, a los desesperados intentos de Marchena porque el árbitro le dejara el pito y se marchara a ver el partido por la tele o los centros de Bruno con imán hacia las piernas madridistas. Nadie vio que el Madrid, sin hacer nada del otro mundo, jugó cuando y como quiso, manejó el partido a su antojo y marcó goles cuando tuvo ganas. Quizás, pienso ahora, es que esos seguidores no clandestinos no eran tales, sino verdaderos seguidores clandestinos que, tras su transformación en hooligans clandestinos, han perfeccionado su mutación hasta convertirse en zombies clandestinos. Y eso significaría no sólo que mi pesadilla no se acabó hace años, sino que continúa con tintes de película de terror. de esas que dan muy mal rollo.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Athletic, 1; Valencia, 2
Para entonces, espero contaros el partido como toca y no daros la barrila con tanta historia que no tiene nada que ver con el fútbol.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Valencia, 3; Lille, 1
Ha sido por muy poco tiempo, ya que nos íbamos a cenar. Pero el suficiente para ir a zamparme unos espaguettis de “nouvelle cuisine” con la certeza de que, con Zigic o sin Zigic, íbamos ganando.
Al acabar la cena, después de haber seguido oliendo el maravilloso aroma de la resina autóctona, he llegado al hotel, donde me he encontrado una notable sorpresa: en un canal que emite para todos los países en lengua árabe estaban dando el Xerez-Barcelona. La sorpresa no es esta, ya que, en los últimos años, he tenido la oportunidad de ver la liga española en países como Vietnam, Argentina, Rumanía o Noruega. La sorpresa es que el tipo que comentaba desde el estudio el partido, en plan experto de esos que sólo suelta obviedades, era Paco Buyo, aquel portero del Real Madrid con cara de portero, pero de puticlub, al que recuerdo con particular cariño por servir como ejemplo para una gloriosa frase de Di Stéfano, dirigida a un portero novel, en un entrenamiento con el Valencia: “Las que vayan dentro, intente pararlas; las que vayan fuera, déjelas, no se las meta dentro”. Buyo ilustró esa máxima en Tenerife hace muchos años para regalarle una liga al Barça. Quizá por eso lo han cogido como comentarista de los partidos del Barcelona, aunque no sepa ni papa de árabe y tengan que traducir simultáneamente todo lo que dice. El caso es que, mientras veía el apasionante duelo entre el colista y el líder, he buscado el resumen del partido por todas las cadenas. Pero sólo he encontrado telenovelas, rezos musulmanes, películas desérticas y debates en francés. Hasta que he llegado a Televisión Española Internacional y, pese a que estaban dando un programa de presos comunes, he puesto el teletexto para saber que habíamos ganado por tres a uno, que Joaquín había metido dos goles (ya me extrañaba a mí que Miku hubiera hecho una vaselina en el primero) y que Mata sentenció en la segunda parte. Lo que me huele a sufrimiento, nervios y caras de “ja estem una altra vegada” en Mestalla. O quizás no fue así y es el aroma a costo que se me ha instalado en la pituitaria y me hace alucinar, como siempre, en negativo.