lunes, 24 de enero de 2011

Merengue por una noche

Como podéis suponer, no soy muy fan del Madrid, aunque tampoco soy antimadridista, en parte porque no me gusta ser anti nada, no vaya a ser que la vida te devuelva las fobias en forma de filias, en parte porque de pequeño heredé una admiración hacia el Madrid sobre la base del coraje y la filosofía de no darse nunca por vencido, por muy mal que vayan las cosas. Pero he de reconocer que hay algo que me molesta mucho del Real Madrid: cuando consigue heroicas remontadas y no es capaz de ver más allá de su épico ombligo, no es capaz de crecoer la influencia del árbitro en sus gestas.
El artículo completo en L'informatiu.

lunes, 17 de enero de 2011

Palomas

Las palomas, aunque no lo parezca, son animales listos. Uno los ve deambulando por la ciudad, cagándose en los monumentos o jugándose la vida por un trozo de pan caído en medio de la calzada de una calle y piensa que esas aves con pecho de locutor deportivo son unos bichos inútiles. Pueden ser inútiles, pero tontos no son. Ahora les ha dado por ir a Mestalla, lo cual demuestra su inteligencia. No porque se puedan equiparar a los sufridos seguidores valencianistas, sino porque han encontrado alimento en el maltrecho césped del coliseo valenciano.
La crónica del Valencia-Deportivo en L'informatiu.

viernes, 14 de enero de 2011

Capitanes intrépidos

Debía de tener unos once años cuando, en el equipo de fútbol de mi clase, me eligieron capitán. Jugaba de delantero centro y era de esos arietes oportunistas que, pese a ser francamente pésimo con el balón en los pies, tenía cierta habilidad en el remate, una cualidad muy valorada cuando eres un niño y lo importante es quién mete los goles. Siempre he sido mejor espectador de fútbol que jugador, pero tenía cierta personalidad para representar a mi equipo, intentar influir en las decisiones de los árbitros con mis comentarios y dar ánimos a mis compañeros cuando las cosas no iban bien. El artículo completo en L'informatiu

lunes, 3 de enero de 2011

Un colocón global

Llevo toda la semana preguntándome por qué la AFE y la LFP se han enzarzado en un extraño conflicto de aspecto sindical sobre la legalidad de disputar partidos el 2 de enero. No sé muy bien cuál de las dos partes tiene razón, por lo que me he sentido como un magistrado de la Audiencia Nacional, es decir, me he inhibido de dar mi opinión hasta que los hechos se han consumado. Pero anoche me di cuenta de que el sindicato de futbolistas, una asociación tan absurda como si existiera un sindicato de patrones de yate, sabían lo que se traían entre manos cuando no querían jugar el segundo día del año.
El resto de la crónica del Valencia-Espanyol en L'informatiu.