Nunca he sido muy supersticioso en temas de fútbol. No soy ese tipo de aficionado que lleva los mismos calzoncillos el día que juega su equipo porque cree que la ropa interior ejerce una influencia positiva sobre los jugadores o repite los mismos rituales antes de ver un partido del Valencia porque, en caso de no seguirlos, se rompería una absurda cadena azarosa que supondría el desastre.
Mi crónica supersticiosa del Athletic-Valencia en L'informatiu.
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