lunes, 30 de mayo de 2011

Los bingueros

Durante la temporada que acabó el sábado pasado, ha habido un buen número de partidos del Valencia que he visto de manera atípica por culpa de mis obligaciones profesionales. Vi, por ejemplo, la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Schalke 04 en un bar de Berlín, rodeado de hinchas alemanes, o el choque de liga contra el Hércules en una habitación de hotel de Gotemburgo mientras devoraba una pizza que me había procurado el servicio de habitaciones. La final de la Champions con Fernando Esteso en L'informatiu.

lunes, 23 de mayo de 2011

Perdedores

El personaje más fascinante que ha pasado por el Valencia es Miroslav Djukic. Pese a ser uno de los defensas más elegantes y sutiles que han jugado en el conjunto valencianista, la vida profesional de Djukic estuvo marcada por esa fatalidad que sólo acompaña a los perdedores. El serbio era titular en una de las mejores selecciones yugoslavas de la historia, la que sorprendió a España en el Mundial de Italia y la que formaba parte de los pocos equipos favoritos para ganar la Eurocopa de 1992. Pero la cruenta guerra de los Balcanes impidió a Djukic y al resto de sus compañeros en la selección serbia jugar aquella Eurocopa, con el cruel añadido de que su sustituta, Dinamarca, se alzó con el título. La crónica agridulce del Deportivo-Valencia en L'informatiu.

lunes, 16 de mayo de 2011

La gran ocasión

Ojalá haya que empezar a acostumbrarse, al menos una vez al año, a dar ese largo paseo que separa Mestalla del Ciutat de València. A cruzar Blasco Ibáñez, Benimaclet y Orriols para llegar al estadio del rival ciudadano. Ojalá los levantinistas también se acostumbren a hacer el trayecto inverso. Sería señal de que Valencia es, por fin, una ciudad con rivalidad futbolística.
No soy de los que piensan que el poderío de un club se calibra desde la soledad. Los grandes equipos necesitan su opositor. El Madrid necesita del Barcelona para existir, y viceversa. Y, a su vez, el Barça necesita del Espanyol y el Madrid del Atlético, como contrapunto a la peligrosa tentación del pensamiento único dentro de su hábitat natural. Nadie es grande si no tiene enemigos, cerca y lejos.
Una reflexión sobre el derbi, antes de su disputa, en L'informatiu.

lunes, 9 de mayo de 2011

Fin de ciclo

Recuerdo pocos finales de liga emocionantes en los últimos años. Y, cuando hablo de emoción no me refiero a jugarnos la entrada en la Intertoto, sino a poder ganar una liga o librarnos del descenso. Las ligas se ganaron algunas jornadas antes de acabar el campeonato, por lo que el único final vibrante de los últimos años tendría que ser el que nos sirvió en una copa con mucho hielo Ronald Koeman. Un final de liga de los de hace 25 años, cuando nuestros objetivos eran los mismos que los que tiene ahora el Getafe. Pero no es así. Hubo un tiempo en el que meterse en la Liga de Campeones no era tan fácil y la historia nos regaló tres finales de liga maravillosos: el que nos llevó a debutar en la Champions, con la inestimable colaboración de Solari en Balaídos, el que nos hizo repetir presencia días antes de la decepción de Saint Denis, y el más creativo y también el más triste, el que inventó el término “rivaldazo”. La crónica del Valencia-Real Sociedad en L'informatiu.