lunes, 1 de noviembre de 2010

BBC

Uno de los signos que me indican que me estoy haciendo mayor es que, a diferencia de lo que me ocurría hace unos años, cada vez me molesta menos si me tengo que perder un partido del Valencia en Mestalla por una causa justificada. Antes, dejar de ocupar mi localidad para asistir a un evento de BBC (Boda, Bautizo o Comunión) me parecía algo inconcebible, el rédito que había que pagar en la familia a costa de una de mis pasiones. Pensaba que, al no acudir a Mestalla, me perdería algo único, ya fuera un gol sobrenatural, una victoria memorable o un partido épico. Ahora no pienso en eso. Me limito a escuchar el partido por la radio mientras un sacerdote le echa a un indefenso niño agua por la cabeza, reparte hostias consagradas entre unos preadolescentes o asiste a la promesa de fidelidad eterna entre dos personas vestidas como en un baile de disfraces. El sábado fue el bautizo de mi sobrino Marc y, como los horarios que pone la Liga de Fútbol Profesional son tan marcianos, la entrada de mi sobrino en lo que el cura llamó “el hogar del Señor” coincidió con el partido del Zaragoza. Nunca pensé en hacer piruetas tan extrañas como acudir sólo al convite posterior y perderme el acto religioso, como habría hecho unos años antes. A mi edad uno ha visto tantas cosas en Mestalla que es difícil que un partido contra el colista me sorprenda. Ni siquiera grabo el partido para verlo después, a sabiendas de que la mayoría de los asistentes al bautizo estarán informados de lo que ocurra en el campo del Valencia. Y ver un partido en diferido del que sabes el resultado final es una de las cosas más absurdas que puede hacer un ser humano, por muy futbolero que sea.
No fui a Mestalla el sábado y no me arrepiento. Me ahorré el disgusto de ver a un Valencia empequeñecido por un equipo deprimido al que le bastó poner un poco de orden en su sistema de juego para contrarrestar el caótico empuje de los locales, incapaces de encontrar la fórmula que les devuelva la confianza perdida en los últimos partidos. Me ahorré la decepción de certificar que disputar la liga es una quimera que sólo duró mes y medio en el rincón reservado a nuestros deseos. Me ahorré, en fin, sentir una vez más la impotencia del quiero y no puedo valencianista, la certeza de que siempre pensamos tener mejor equipo del que tenemos, aunque los hechos nos demuestren inexorablemente lo contrario. No me arrepiento. Me lo pasé bien en el evento BBC porque, con el tiempo, también he aprendido a divertirme en ese tipo de compromisos, por artificiales y absurdos que me parezcan. Escuché el partido por la radio, lo seguí en mi Blackberry incluso dentro de la iglesia (lo cual es, sin duda, motivo de excomunión) y me di cuenta, cuando el Valencia se quedó en superioridad numérica ante el colista, de que ese partido ya lo había visto muchas veces, ya lo había vivido en el pasado, con otros jugadores y en otro tiempo, porque el Valencia tiene la curiosa habilidad de repetir sus errores de manera cíclica. A Marc no lo bautizarán más en su vida, salvo en el improbable caso de que se cambie de religión, pero un partido frustrante como el del sábado lo veré más veces, contra otros rivales y con otros o los mismos jugadores.
Mañana martes volveré a Mestalla a ver al Valencia contra el Rangers. No tengo ningún evento de la BBC. Y espero ver un partido que no he visto antes.

5 comentarios:

  1. Es que ver a un cura repartiendo hostias es infinitamente más excitante que ver a 11 en calzón corto detrás de un balón

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  2. Me alegro que lo pasaras bien en el evento, Yo lo pase muy mal viendo a nuestro querido Valencia en el bar de bajo de mi casa. Me quedé más helado que si hubiera visto un fantasma en la noche de Halloween. Ahora a tener fe en la recuperación, que es lo último que se pierde.

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  3. Yo contaba hace unos días, con motivo del fallecimiento de Don Arturo Tuzón, que cuando el Valencia descendió a segunda, lloré como un niño que era.

    Creo que los niños de hoy, si el VCF bajase a segunda, no llorarían. En este equipo no hay un Castellanos, un Arias, un Saura, Un Tendillo... ni siquiera un Fenoll que entrando en el lugar de Romario sea capaz de hacer un hattrick. El VCF de hoy es un equipo sin un lider, al que había lo decapitaron, y esa falta de liderazgo se traduce en pobrezade espíritu del equipo. Así nos va. Seguro que veremos muchos partidos como el del sábado antes de que alguien se haga con las riendas del vestuario y de un par de gritos bien dados.

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  4. Me gusta eso de que has aprendido a divertirte en celebraciones artificiales y absurdas, a mi me pasa lo mismo, y diría que es un signo de madurez, o quizá pragmatismo. Por lo demás, es cierto, hay partidos que tienes la sensación de haberlos visto muchas veces.

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  5. Pues si te digo que a mí me pasa exactamante lo mismo...

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