viernes, 14 de enero de 2011

Capitanes intrépidos

Debía de tener unos once años cuando, en el equipo de fútbol de mi clase, me eligieron capitán. Jugaba de delantero centro y era de esos arietes oportunistas que, pese a ser francamente pésimo con el balón en los pies, tenía cierta habilidad en el remate, una cualidad muy valorada cuando eres un niño y lo importante es quién mete los goles. Siempre he sido mejor espectador de fútbol que jugador, pero tenía cierta personalidad para representar a mi equipo, intentar influir en las decisiones de los árbitros con mis comentarios y dar ánimos a mis compañeros cuando las cosas no iban bien. El artículo completo en L'informatiu

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