martes, 8 de septiembre de 2009

Encuentros con futbolistas

Hay gente para la que encontrarse con un futbolista por la calle o en un local público supone una fiesta. Aparte de decirle al jugador lo bueno que es, que él mismo es ese que lo apoya todos los domingos desde su localidad y que fue una pena aquel gol que falló en aquel partido decisivo, le pide un autógrafo fingiendo que es para su sobrino y después saca pecho delante de los amigos cuando el nombre del futbolista encontrado aparece en una conversación, hasta el punto de llegar a decir: "lo vi el otro día en tal sitio y estuve hablando un rato con él; es un tipo muy simpático y accesible".
A mí, encontrarme a un jugador nunca me ha producido ningún tipo de sensación. Ni buena ni mala. Pero he de reconocer que, al margen de las veces que me he topado con futbolistas con ocasión de mi trabajo, algo completamente lógico cuando uno se gana la vida como periodista de deportes, me he encontrado con bastantes jugadores a lo largo de mi vida. De manera que he decidido hacer un pequeño resumen de mis encuentros con futbolistas del Valencia a lo largo de la historia. Nunca he llegado a hablar con ninguno (soy poco mitómano y muy tímido) y, en la lista, faltan dos lugares que nunca piso, excepto por razones estrictamente profesionales: las iglesias y los puticlubes.
Restaurantes: Durante unos años frecuenté el restaurante Kailuze, verdadero templo del yantar valencianista en la época en la que lo regentaba el inigualable Álvaro Oyarbide. Era un lugar de tertulias futboleras en el que pude ver, en diversas visitas, a jugadores como Zubizarreta, Mendieta, Eskurza, Claudio López o Gerard, a directivos de todos los pelajes y a entrenadores, desde Pasieguito hasta Claudio Ranieri.
Bares de copas hasta la 1 de la mañana: Los horarios de los bares de copas se articulan sobre una premisa fundamental: la cantidad de chicas feas que ven los ojos del cazador masculino que acecha desde la barra, un parámetro inversamente proporcional al número de copas ingeridas. Antes de la una, la cantidad de mujeres no agraciadas es elevado y, en esa tesitura, he encontrado a lo largo de mi vida a futbolistas como Claudio López, Patxi Ferreira, Andoni Goicoetxea (aquel defensa del Athletic que le rompió la pierna a Maradona y a Schuster, que estaba por Valencia tras un partido de la selección) o Roberto Fernández. Todos tenían pinta de retirarse a dormir pronto, o al menos así me lo pareció cuando me los encontré.
Bares de copas hasta las 4 de la madrugada: En la modalidad de bares de copas a esas horas en que a la mayoría de las mujeres del local se les encuentra un cierto atractivo, los futbolistas suelen desenvolverse con tanta habilidad como sobre el terreno de juego. La mítica discoteca Sami era uno de los locales a los que me acercaba, a comienzos de la década de los 80, y donde podía encontrarme, sin muchas dificultades, con Kempes, Diarte o Botubot. Años más tarde, un asiduo de esta modalidad era Quique Sánchez Flores, quien tenía la curiosa costumbre de pedir sus gin-tonics sin limón. Así, creía él, la gente que estaba en el local pensaba que lo que estaba bebiendo era agua. Naturalmente, su credibilidad como noctámbulo era similar a la que tuvo, una década después, como entrenador.
Bares de copas hasta las 8 de la mañana: En esta modalidad, donde la fealdad femenina no existe, sólo me he encontrado con Romario. Y he de reconocer que se movía por la pista con la misma gracilidad que en el área contraria.
A la mañana siguiente, en una casa ajena: Sin duda, este es el lugar más rocambolesco en el que me he topado jamás con un jugador de fútbol. Sucedió hace muchos años, en una casa en la que pernoctaba eventualmente y que compartía una novia que tuve con dos amigas estudiantes. La sola visión de un futbolista en calzoncillos por el pasillo de una casa que no es la tuya, con cara de haber dormido poco y haber follado mucho, es una sensación extraordinariamente difícil de describir. A mí me pasó dos veces y ambas en el mismo domicilio. No daré nombres, pero, como pista, puedo decir que las carreras de los dos futbolistas encontrados en los pasillos de aquel piso fueron contrapuestas: uno triunfó en el mundo del fútbol y del otro no se acuerda nadie. Eso sí, ambos triunfaron en las camas de las compañeras de piso de mi novia.
En una librería: Aunque parezca mentira, también me he encontrado a un par de futbolistas en librerías. Y, en ambos casos, no parecía que se hubieran equivocado de local, pensando que la librería era un comercio de venta de teléfonos móviles. El primero de ellos fue Jorge Otero, aquel lateral de la década de los 90 que tenía la fea costumbre de centrar para que remataran de cabeza los espectadores situados en la parte opuesta de su banda, y cuyas virtudes futbolísticas no hacían adivinar excesivo interés por la lectura. El segundo fue Mauricio Pellegrino y el día que lo vi corroboré que era uno de los futbolistas más inteligentes que había visto sobre un campo de fútbol. Sin tener demasiadas facultades técnicas, era capaz de dar el pego y defender como pocos. Supongo que leer tiene que servir para algo.
En otros locales o tiendas: Además de estos encuentros, me he topado con Amedeo Carboni en una de esas franquicias de café donde te sirven con lentitud porque contratan muy poco personal y te cobran el café a precio de oro, con Miguel Brito en un comercio de videojuegos (lo raro es que no estuviera Albiol con él) y a Lubo Penev en un aeropuerto hablando por el móvil sin parar. Y, con toda seguridad, a algún otro que no recuerdo porque cometería la torpeza de saludarme. Y, si me saluda un futbolista, ya no es lo mismo.

5 comentarios:

  1. Divertidísimo artículo. Aunque nos dejas para siempre la incógnita de tus efímeros compañeros de piso...

    Un abrazo

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  2. Jojo, grande Paco. Gran final.

    A mí me moló cuando un poco antes del verano vi en la misma tarde a Carboni en la FNAC asediado por putos fans que le preguntaba "¿tú eres Carboni, no?", y al rato a Iván Helguera de paseo en una solitud muy triste.

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  3. Uno se pira de vacaciones y al volver se encuentra nuevo blog donde se hablan de apariciones... pues yo al más odiado de todos me lo encontré en un ascensor del hospital clínico donde nos quedamos encerrados.

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  4. Yo sólo saludo a los ex-futbolistas. La última vez fue a Zubizarreta, en la gran vía de Bilbao.

    BT

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  5. Yo me encontré al mítico Leandro en Woody a las 6 de la mañana en manifiesto estado de embriaguez (él)e intentando como un poseso ligarse a una chica que pasaba de él un rato.

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