viernes, 18 de septiembre de 2009

Lille, 1; Valencia, 1

Nunca me he fiado de Telecinco. Para la cadena amiga, el fútbol es como el resto de su programación: un circo en el que todo vale. Hacen de cada partido un espectáculo (o al menos eso piensan) repleto de gritos, ensalzan a equipos o acontecimientos que pueden retransmitir y silencian a aquellos de los que no tienen los derechos, y hasta tienen su particular versión de la mamachicho deportiva, una Sara Carbonero que te hace olvidar sus estúpidas preguntas al verla. Y al ver sus retransmisiones siempre tengo la sensación de que, en cualquier momento, aparecerá algún ex concursante de Gran Hermano opinando sobre el estado físico de Miguel o la última escapada nocturna de Asier Del Horno.
Telecinco, además, arrastra fama de gafe con el Valencia. El primer partido que televisó la cadena que entonces presidía Valerio Lazarov fue el Karlsruher-Valencia del día de difuntos de 1993. Aquella infausta noche, con los comentarios de JJ Santos como banda sonora, un tipo con aspecto de minero de la cuenca del Ruhr llamado Edgar Schmidt encabezó la goleada más ignominiosa que ha sufrido el club blanquinegro en su larga historia europea. Un 7-0 que significó mucho más que la vergüenza: fue el comienzo de una profunda transformación en las estructuras del club que, años más tarde, llevó a personajes como Soler o Soriano a la presidencia.
Por eso, cuando supe que Telecinco iba a retransmitir el Lille-Valencia me puse a temblar. La cadena amiga era la única capaz de acabar con la condición de invicto que mantiene el Valencia desde el inicio de la temporada y, para colmo, iban de hacer de eso una noticia tan importante como la salida de la cárcel de Julián Muñoz. Ya veía yo al Valencia como objeto de debate en "La noria" o "Sálvame".
A punto estuvo de que se cumplieran mis peores temores. En primer lugar porque Emery parece haberse tomado la Copa de la Uefa como una especie de basurero. Saca a los suplentes para que nos demos cuenta de que, fuera del once titular, hay más despojos que carne. Y, sólo al final, recurre a los de siempre para que arreglen el desaguisado. Ya lo hizo el año pasado, cuando el Valencia tenía una ocasión inmejorable para haberse plantado en las rondas finales del torneo y decidió jugar con las sobras todo el campeonato, y tiene toda la pinta de repetir experiencia este año. En segundo, porque los equipos franceses son siempre enigmáticos. Juegan bien al fútbol, aunque no tengan mucha calidad, y tienen a dos o tres negritos que corren que se las pelan y ponen en evidencia a Albelda, Maduro y compañía.

La cosa funcionó hasta que a Bruno se le ocurrió chutar hacia la cara de un francés, cuando lo más práctico hubiera sido mirársela y ver que ellos daban el partido por perdido. El rebote fue a uno de esos negritos y nos dejó con la sensación de que no mola mucho ir de sobrados por el continente. Cualquiera te pone la cara para que le chute Bruno.
Pero lo más sorprendente del partido no ha sido ver que a Joaquín sólo le queda por regatearse a su abuela o darse cuenta de que Michel había salido de titular cuando lo cambiaron. Lo alucinante de verdad fue ver a esos nuevos árbitros paseando por las áreas como mi vecina saca al perro a que cague en medio de la acera. Unos tipos que nadie, ni JJ Santos, sabía qué hacían allí y cuál era su verdadera misión en el partido. Yo creo que los han puesto para que los porteros no se aburran. De ahí, seguro que sale alguna pareja guardameta-arbitral, aunque nunca nos enteraremos. Sin embargo, esta extraña figura del quinto árbitro (o cuarto poste) revela nítidamente a dónde quiere llegar la Uefa: a que, en unas décadas, haya sobre el campo más árbitros que futbolistas. Más o menos como en las manifestaciones abertzales, que hay más policías que manifestantes.
Y lo peor no es eso. Es que, en vez de un reluciente banderín, les han dado un extraño consolador que se activa al oprimir un botón. Un excelente gesto de la Uefa para que los nuevos árbitros estén entretenidos a falta de empresas mayores. Afortunadamente, la misión de descubrir qué era ese extraño artilugio se la encomendó JJ a Sara Carbonero. Desde entonces, dejé de interesarme por el partido.

6 comentarios:

  1. Y lo peor no es eso. Es que, en vez de un reluciente banderín, les han dado un extraño consolador que se activa al oprimir un botón. Un excelente gesto de la Uefa para que los nuevos árbitros estén entretenidos a falta de empresas mayores. Afortunadamente, la misión de descubrir qué era ese extraño artilugio se la encomendó JJ a Sara Carbonero.

    jojojojo ya me imagino a las tantas de madrugada en la cadena amiga a Mejuto y Sara Carbonero anunciando el consolador arbitral por 59'90 euros más gastos de envío :P:P:P:P

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  2. Pero qué quieres. La cadena amiga incluso ha acertado con el escudo del València y no lo ha peperizado.

    Muy a favor de la siguiente reflexión: "una Sara Carbonero que te hace olvidar sus estúpidas preguntas al verla".

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  3. Juan Al, de ahí a ver a Sara Carbonero anunciando el Jess Extender sólo hay un paso.
    Vicent: Cualquier día ponen un escudo con la cara de José Javier Vázquez en el cuerpo del murciélago.

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  4. Sara Carbonero es la David Villa de la prensa deportiva: (Está) Muy buena, pero sin sustancia adicional.

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  5. Jo jo, gran contra Paco.

    De momento, Levante-0 Elche-1. Gol de Carleto. IM-PRESIONANTE. Ya ha justificado el fichaje.

    BT

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  6. No, si al final Carleto servirá para algo más que para salir de fiesta por la noche.

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