martes, 15 de septiembre de 2009

Valladolid, 2; Valencia, 4

Venecia y Valencia son ciudades mucho más parecidas de lo que la gente cree. Y no me refiero a que nuestra maravillosa tierra de los trajes, de la luz y del amor pueda inundarse de vez en cuando al llegar la tradicional gota fría otoñal y parezca una Venecia de pacotilla anegada por las lluvias torrenciales. Venecia tiene un puente de Calatrava, barrios en los que uno se pierde en cuanto se descuida y hasta canales, donde no se celebran regatas sino carreras de góndolas. Casi como Valencia. Además, el Venezia, su club de fútbol, agobiado por su situación económica, hubo de someterse a un proceso de recapitalización de sus deudas el pasado mes de junio. Casi como el Valencia.

Pero también hay cosas en las que Venecia y Valencia no se parecen en nada. El pasado sábado, Arrigo Poletti, ex presidente del Venezia, que ahora milita en la liga regional, fue detenido acusado de haber provocado la bancarrota de una de sus empresas y se sospecha que, con sus malas artes, provocó la crisis por la que atraviesa el club. En Valencia, que se sepa, todavía no han detenido a nadie por provocar la bancarrota del club, pese a que la lista de candidatos crece a medida que pasan los meses.

Hablo de Venecia porque allí vi el partido del domingo. No es fácil ver un partido del Valencia en el extranjero, de no ser que estés en un país recóndito donde se entretienen programando todos los encuentros de la liga española, mucho más atractivos que un choque entre el Saigón Port y el Hanoi Capitals. Es más fácil ver al Valencia en Vietnam, Tahití o Colombia que en cualquier país europeo y lo digo por experiencia. En Europa, por lo general, dan el Madrid o el Barcelona, que para eso son los dos clubes que más tirón popular tienen en países como Italia, Francia o el Reino Unido, pero encontrar un Valladolid-Valencia en uno de los diez o doce de canales de la televisión por cable italiana es más complicado que ver un presidente de la Generalitat Valenciana del PSPV. Y, si lo encuentras, lo más normal es que el partido esté codificado o sea de pago, lo que significa que, para las estadísticas hoteleras, estás al mismo nivel que esos ejecutivos que se matan a pajas viendo porno en los canales de pago de su habitación.

Pero a veces los milagros existen y a mí me ocurrió, en Venecia, el domingo por la tarde. Un canal, aparentemente de pago, con un nombre tan absurdo como Sky Premium Supercalcio, daba el Valladolid-Valencia en directo. Así que, por un momento, abandoné la noble tarea de recorrer canales, ver iglesias y mezclarme entre la marabunta de turistas que, mapa en mano, se pierde cada cinco minutos por la complicada ordenación urbana de la capital del Veneto para ver al Valencia.

Y lo pasé bien. No tuve que soportar las gilipolleces de los comentaristas españoles, que suelen reducir al equipo a la mínima expresión de la pareja Villa-Silva, puesto que, aunque los narradores italianos parecían decir las mismas tonterías, no las entendí demasiado bien. Vi cómo el Valencia ganaba en un campo complicado, jugando como si la temporada anterior hubiera marcado un patrón de juego que funciona con la misma extraña fortuna que la que tienen los adictos a las máquinas tragaperras: parafraseando al gran Muhammad Alí, defendiendo como una mariposa y picando como una abeja.

Sería por la distancia, por pensar que era un privilegiado y la señal de Sky Premium Supercalcio se iba a ir en cualquier momento para dar paso al fatídico cartel que dice que, si quieres seguir viendo este canal, tienes que pagar una pasta o porque me divertí durante casi dos horas tanto como disfrutando de la ciudad del amor por excelencia, pero a mí el Valencia me gustó.

Claro, que estaba en Venecia y, aunque también tenga un puente de Calatrava, barrios laberínticos y canales para navegar, no es Valencia. Podría ser una ilusión motivada por encontrarme en uno de los lugares más bellos que jamás he pisado en mi vida. Algo que jamás diría de la ciudad de Valencia.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Venecia es una ciudad absolutamente acogedora si deambulas por sus entrañas y te alejas de la masificación turística.

    Cuando viajo, por bello que sea el lugar visitado, nunca me resisto a disfrutar de un momento de recogimiento en el hotel para poder ver un partido de futbol, es algo que proporciona más gustito cuando estás fuera de casa. No digo nada ya si, como en tu caso, es uno del Valencia en el que gana y además gana bien.

    Por otro lado, y ya que los nombras, cada vez soporto menos a los comentaristas españoles. Con tanto TDT y leches, deberíamos disponer ya de la posibilidad de ver los partidos únicamente con el sonido ambiente. Mucho mejor así.

    ResponderEliminar
  3. ostias, lo grande habría sido ver el partido a bordo de una góndola y en una minitele años 80. Los movimientos histéricos de Carcedo y Unai podrían ser debidos al 'gondoleo' :P:P:P

    ResponderEliminar
  4. Con tanta tecnología, en Inglaterra ya existe la posibilidad de ver los partidos sin la molesta voz de los comentaristas. sólo con el sonido ambiente. Un lujo.

    ResponderEliminar