lunes, 18 de enero de 2010

Valencia, 4; Villarreal, 1

Durante muchos años asistí en Mestalla a un fenómeno singular. El Valencia salía al campo (cuando los equipos salían al campo por separado) y era abroncado con estruendo por parte de su afición. A medida que transcurría el encuentro, las broncas se sucedían con los vítores, pero, en el fondo, siempre quedaba un damnificado que no recibía el perdón de la grada, un jugador al que se le seguía pitando por considerarlo culpable de la cara oculta del Valencia. A lo largo de casi un decenio, ese futbolista con complejo de culpa era Ángel Castellanos, un mediocentro barbudo (en una época en la que poca gente llevaba barba) que era como Banega pero en tronco: se negaba a darle el balón a un compañero si antes no había dado una vuelta sobre sí mismo con un contrario pisándole los talones. Al final del partido, el Valencia ganaba y los abucheos se convertían en vítores, excepto, por regla general, para Castellanos. Todo tenía una explicación. El Valencia de entonces era infalible en casa y un chollo para el local cuando jugaba de visitante. Como los calendarios contienen el capricho de alternar los partidos en casa y fuera, el guión se repetía cada dos semanas: tras un derrota ignominiosa, pongamos que en Burgos, venía una victoria gloriosa, contra el Betis, la Real o el Zaragoza, equipos que, por entonces, eran más difíciles de ganar que ahora. Lo de Castellanos no tenía explicación.
Esa dinámica que viví entre mediados de los setenta y mediados de los ochenta me llevó a formular una teoría sobre la afición de Mestalla que he desarrollado en diversos artículos a lo largo de los últimos quince años, los que llevo escribiendo sobre fútbol. La teoría defiende que la esencia de la afición valencianista se resume en el tránsito entre el "ja tenim equip" y el "mira que són roïns". El pequeño trecho temporal que existe entre el momento en el que un seguidor valencianista cree que su equipo lo va a ganar todo, con el consiguiente derroche de orgullo y fanfarronería que ello conlleva, y el instante en el que piensa en romper el carné de socio, algo que, por otra parte, era una costumbre pija de la época que he recordado al principio de este post. Supongo que como encender los puros habanos con billetes de 50 euros.
Hay días como ayer en los que el partido me convence más de que esa teoría es cierta. Venía el Villarreal, un equipo que nos había metido nueve goles en Mestalla en los últimos tres años, que acostumbraba a darnos la tarde (o la noche) y que nos había despertado de más de un sueño. Además, era, de nuevo, un día para cagarla. No me voy a extender más sobre las condiciones que han de darse para que el Valencia la cague: ya lo expliqué aquí. Pero, si ganábamos, nos distanciábamos en siete puntos de los puestos de la Euroliga esa, o como se llame.
Y el partido empezó con el "mira que són roïns" hasta que a Banega se le ocurrió marcar un gol, algo que no hace nunca ni en los entrenamientos. Ahí comenzó la fase "ja tenim equip", que nos llevó al descanso con cierto resquemor: irse 2-0 al descanso no es garantía de nada en este Valencia, como se vio en Riazor.
Entonces se aparecieron los fantasmas del pasado y la grada retornó a su inicial "mira que són roïns", que se mantuvo, con la excepción de los breves minutos transcurridos entre el gol de Silva y el de Alexis, uno para cada equipo, hasta casi el final del partido, cuando Villa acabó su trabajo semanal. En ese momento volvió el "ja tenim equip", que durará, como mínimo, hasta el domingo que viene a las cuatro, hora insular canaria. Claro que, para que el perdón sea completo hace falta un Castellanos en esta historia y el de los tiempos que corren es Miguel. La diferencia entre el barbudo de los ochenta y el negrito de los diez es que el primero se forjaba la inútil penitencia en el campo y el segundo se la gana fuera de él. Los dos cometen (y cometían) fallos en el terreno de juego, pero los de Castellanos se atribuían a su torpeza con el balón y los de Miguel, a su habilidad con los cubatas, los cigarrillos y las pistolas.
El caso es que, cuatro años después, el Valencia le ha ganado al Villarreal y el gremio de la hostelería valenciano no escuchará durante la semana lamentos tipo "si este año nos clasificamos para la Uefa será de milagro", sino otras, no menos irreales, tipo "en dos semanas cogemos al Madrid y, en el tramo final de la liga, al Barça". Será una semana en la que hasta al aficionado se le olvidará que Miguel es malo cuando lo vea de madrugada en un bar en un estado tan lamentable como el suyo.

5 comentarios:

  1. ¿Sigues con el corazón encogido desde que Castellanos tiró cierto penalty en cierta final europea? Yo sí

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  2. Castellanos, joer, no le habré pitado yo de nano al barbut ixe, qué malo era! XDD Y ése sí daba vueltas sobre sí mismo, lo de Fernándes a su lado es una nadería.

    Estupendo análisis Paco, muy cierto todo lo que comentas.

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  3. muy bueno Paco, yo creo que tengo una foto de nano con CASTELLANOS, menos mal que tambien tengo con KEMPES.

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  4. En el gol norte, a principios de los 80', estaba la peña Castellanos, cuyo grito de guerra era: AQUÍ ESTAMOS, LA PEÑA CASTELLANOS.

    Lo mejor del barbas era su insolencia. Cuando le silvaban era capaz de dejarlo todo a un lado y pedir explicaciones a la grada levantando los brazos. Algo sublime. Un gesto inaudito, que nunca más he vuelto a ver. Lo que le daba más valor era su reiteración. Lo vi al menos 5 ó 6 veces. No era un calentón, era una manera de ser. Yo sufría porque solía girarse hacia la numerada, donde estábamos mi padre y yo. Entonces, el viejo se desesperaba y esgrimía todo su resentimiento de clase al grito de fill de puta, gira't a tribuna!! como si la dialéctica social mantuviera los viejos esquemas. A TRIBUNA, FILL DE PUTA A TRIBUNA.

    Claro que luego llegaba el gol salvador de cada temporada. Le recuerdo 4. 4 goles idénticos. 4 churros desde fuera del área que además valían los dos puntos.

    81-82; VCF-1 Castellon-0
    82-83; VCF-1 Atleti-0
    83-84; VCF-2 Osasuna-0
    84-85; VCF-1 Real Madrid-0

    El puto amo, Castellanos.

    BT

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  5. Has trazado un retrato magnífico del gran Ángel Castellanos, el tipo que inventó la figura del mediocentro en el Valencia. El primer tío que tuvo los santos huevos de ponerse delante de la defensa a hacer el trabajo sucio, aunque no tuviera ni puta idea de jugar al fútbol. Y esa figura tan romántica y social a la vez siempre despierta pasiones. Si no, mira Albelda

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