jueves, 24 de septiembre de 2009

Getafe, 3; Valencia, 1

Los valencianos somos unos privilegiados. No sólo tenemos unos dirigentes incorruptibles y modélicos que nos aficionan a deportes tan excitantes como la vela o el automovilismo, que nos llenan las calles de váteres públicos cuando nos visita el Papa y que garantizan que nuestros clubes de fútbol sobrevivan con el dinero público, sino que somos, creo, los únicos que podemos elegir entre tres opciones cuando se retransmite un partido de liga en abierto: La Sexta, Canal 9 y Tv3.
En todos emiten las mismas imágenes, porque la señal es la misma, pero en cada uno de ellos se vive el fútbol de una manera. En La Sexta, desde que han retirado a Andrés Montes, la cosa ha perdido su gracia. Su narrador es correcto, sin más, pero está rodeado de personajes especialmente molestos, como ese clon de Maldini que repite obviedades sacadas de lecturas tan apasionantes como el Marca o el As o Kiko, quien sin Salinas y Montes a su lado se parece cada vez más a Joaquín: cuenta chistes que sólo le hacen gracia a él. En Tv3, la pareja de comentaristas es más o menos ecuánime, no grita y nos cuenta las cosas con cierto rigor. De Canal 9 no puedo decir nada. A pesar de que está mi amigo Vicent Sempere entre el equipo de comentaristas, tengo perdido ese canal entre la maraña de teletiendas y cadenas fachas de la Tdt valenciana, de manera que nunca lo pongo por cuestiones de profilaxis mental.
Ante tal perspectiva, vi el partido por Tv3. Pero debo de tener un aparato descodificador de "todo a cien", porque a mí, en la cadena pública catalana, la imagen me llegaba con cierto retraso respecto al sonido. No un retraso como para sancionarlos con cambiar de cadena, tipo la puntualidad de Miguel en los entrenamientos, pero el suficiente como para escuchar el gol de Villa cuando Joaquín todavía se estaba preparando para centra en la imagen. Así que digamos que vi dos partidos, uno que se jugaba, en la banda sonora, unos segundos antes que el otro, pero que en el fondo, era igual que el que se veía en la imagen. Una especie de eco, más que fastidioso, perturbador.
Quizás por eso, me dio la impresión de que el Valencia jugaba en la banda de imagen y el Getafe en la banda de sonido. Que los madrileños, ese equipo tan simpático que hasta el Rey se confesó seguidor suyo con motivo de la final de un torneo que lleva su nombre, iban unos segundos por delante del Valencia. Lo suficiente para llegar antes en cada pelota dividida, en cada pase de anticipación o en cada centro al área. Yo viví dos partidos, el de la imagen y el del sonido, pero creo que Unai vivió tres y que el que yo no viví llevaba mucho más retraso que los dos míos. O, al menos, la imaginación de Unai lo vivía así.
Soy un tipo de temperamento masoquista y el esfuerzo de vivir dos partidos a la vez me pareció poco sufrimiento. Así que me puse a apuntar las cosas que no entendía de lo que estaba, por este orden, oyendo y viendo. Y me salió una lista bastante grande que resumo para no hacer esto más aburrido que una tesis doctoral leída por Ever Banega:
- Tenemos un portero muy guapo, pero a lo mejor el viejo y feo no lo haría tan mal.
- Probablemente Carboni, con 44 años, seguiría siendo titular si no se hubiera dedicado al tiro olímpico.
- Durante todo el partido he pensado que Unai, por aquello de que vamos sobrados, había decidido jugar con 10 jugadores, pero me he dado cuenta al final, cuando los futbolistas se intercambiaban las camisetas, de que Silva había saltado al campo.
- Hemos tenido mucha suerte, pues ni Mathieu ni Banega, considerados el domingo pasado por Unai como el sustento del equipo, se han lesionado. Y ninguno de ellos ha pedido el cambio voluntariamente (bueno, en realidad, esto ya pasó el domingo).
- Es una pena que nadie haya pillado a David Villa al acabar el partido para que comentara sus pormenores.
- En el Getafe juega un chico al que echamos porque pensábamos que Vicente jugaba en nuestro equipo.
- Aunque Michel sea un nepotista y ponga a su hijo a jugar, hay que reconocer que Miguel Torres se parece físicamente más a su entrenador que Adrián. Y eso que, según un tipo que se sentaba cerca de mi localidad en Mestalla, Michel era maricón.
- Mientras un plano sacaba a Unai y Carcedo con cara de zombies, me ha parecido atisbar a un calvo en el banquillo que esbozaba una sonrisita. Y no era Bruno porque ya había saltado al campo.
Total que, después de este ejercicio de autoflagelación impropio de mi sexo, he cambiado al Canal de Insa. Y entonces he visto un sms de esos que mandan los espectadores para decirle a la novia que la quieren. Decía "otra vez lo mismo". Y he pensado que el autor de ese mensaje tan filosófico había vivido sólo un partido mientras yo sufría dos. A él, sin duda, no se le quedó tan mal rollo como a mí.

3 comentarios:

  1. Unai es como las pelis de después de Insa... enseña pero no se ve nada

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  2. A mi no me extrañaría que el próximo fichaje fuese Gavilán, hace apenas un mes y medio ya fueron a por el Fary.

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  3. A Paco li agrada estar en la grada del gol sud, prop del corner, jo he estat tota la temporada passada patint molt a prop (arropat pels crits i els sorolls dels tambors dels “amants” de Paquito el Xocolater, lloc on es situa Paco) en la tribuna baixa del mateix costat. Algunes vegades m’haguera agradat veure el partit des de la llotja de premsa per poder veure tot el desplegament dels equips amb una visió panoràmica, però açò sols és una qüestió estètica més que visceral, el futbol es pateix i es comparteix amb les veïnes i veïns de seient.

    Aquesta temporada el meu cunyat i jo (companys de patiment futboler) hem decidit deixar de patir en directe, suportant la pluja i el fred, per una qüestió de vergonya aliena, no teníem ganes de tornar altre any per la “senda dels elefants” (altrament dita avinguda de Suècia) donant cabotades de desaprovació, cabreig i mala llet, adobades de santa resignació pel devenir de l’equip, enfonsat en la pàtina històrica del conformisme i l’acomodament esportiu i social.

    Tant el València-Sporting com el Getafe-València els vaig patir per la televisió, còmodament assegut al meu sofà, però la comoditat i les repeticions no m’estalviaren, més be al contrari me l’engrandiren (efecte de les repeticions), la mala llet de veure com uns animosos xicots semi anònims, amb tots els elements en contra, li foteren una bufetada a l’equip que presumeix de tindre la davantera de la selecció campiona d’Europa, en el partit del Sporting i altres, no menys anònims, li foteren en Madrid una lliçó de futbol directe, fàcil i efectiu (malgrat el pedant tècnic de la tocada de collons que s’asseu en la seua banqueta).

    Mai he sabut si el caràcter (o la manca del mateix) de l’equip be donat pel caràcter de la societat valenciana (menifotisme) o per les persones que dirigeixen el club que arrosseguen a tècnics i jugadors cap un estat semi catatònic, que unflen el pit a la més mínima victòria, que no fan gens d’autocrítica i que no planifiquen més enllà d’una gran pilotada urbanística per a les seues butxaques o per l’abundància en la ciutat de llocs d’oci on anar a lluir “palmito” i refregar la cebeta atontant als jugadors setmana rere setmana.

    Caldrà que anem pensant en passar del sofà del saló d’estar al sofà del psiquiatre. Ací estem aguantant una entitat dominada per quatre profitosos, bufadors en caldo gelat, exhibidors dels seus complexes d’inferioritat i “furtamantes” varis, quan la massa social que acudeix al camp té una configuració molt més diversa, rica en matisos, variada geogràficament, i fortament fidel a l’equip.

    El paral•lelisme amb la nostra situació política (governants per incompetents i corruptes sense vergonya amb majoria absoluta i sense que ningú alçe les armes cíviques front a aquestos lladregots) fa pensar que no tenim remei com a club ni com a poble. Per tant el reflexe de la situació en el camp no pot ser altre que el que tenim. Els millors temps esportius sempre foren un miratge del desert, sempre tornem on ens correspon per dret propi: a patir i a lamentar.

    Gràcies a Paco, almenys, amb aquesta finestra podrem desbarrar a gust, sense límits, ni censures.

    Salut Paco.

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